ORIENTACION ESPACIAL O
LATERALIDAD

Una de las habilidades básicas más relevantes en relación al desarrollo de los aprendizajes de los niños resulta ser la orientación espacial, esta habilidad no se trata de una habilidad única y que no dependa de otros factores, sino que depende en gran medida del proceso de lateralización y del desarrollo psicomotor. Sin embargo es importante tener en cuenta que en algunas ocasiones se puede encontrar niños con dificultades de orientación espacial sin problemas en relación a la lateralidad o la psicomotricidad, aunque es posible que los hayan tenido anteriormente. Las personas se rigen por 2 categorías básicas que les permiten entender aquello que sucede a nuestro alrededor, recordarlo y también actuar, no son otras que el espacio y el tiempo, sin estos referentes no somos capaces de procesar ningún tipo de información, ya que en estas categorías recaen todos nuestros aprendizajes complejos.
La orientación espacial juega un papel muy importante en el desarrollo de la lectura y la escritura, ya que el hecho de que tanto las actividades de lectura como las de escritura se encuentran insertas en una direccionalidad muy específica; la lectura como la escritura, en nuestro sistema, siguen una direccionalidad clara de izquierda a derecha, es decir, empezamos a leer desde la izquierda y terminamos en la derecha. Esta direccionalidad es claramente favorable a los diestros, puesto que para los zurdos en las tareas de escritura suele conllevar ciertas incomodidades, si no tenemos clara esta
direccionalidad es cuando se suelen dar las inversiones en la lectura, las rotaciones de letras, especialmente aquellas más proclives a la rotación como son: la “b” y “d”, la “p” y la “q” o el número “3”con la letra “E”, estas rotaciones se deben a la simetría existentes entre estos caracteres y pueden provocar importantes deficiencias en la lectoescritura, deficiencias que en algunas ocasiones pueden ser confundidas con dislexia.
Lógicamente, las dificultades en la adquisición de esta direccionalidad entorpecen sobremanera el primer aprendizaje de la lectoescritura, así como los ulteriores progresos en esta. El bajo desarrollo de la orientación espacial también puede incidir en otros aspectos básicos del desarrollo de los niños, como son el deporte, pudiéndose mostrar poco hábiles ante todo en deportes que exigen saberse ubicar en superficies grandes